Su nombre viene de la palabra griega “thymos”, que significa energía vital, y si le preguntamos a un médico nos dirá que el timo es un órgano del sistema linfático cuya misión principal es enseñar a los linfocitos a reconocer a las células del organismo, distinguiéndolas de las invasoras que deben ser eliminadas.
Terminado “el master” estas células entrenadas en el timo pasan a ser linfocitos T, que entran al torrente sanguíneo y viajan hasta los ganglios linfáticos, el bazo, las amígdalas y las placas de Peyer; es decir, hasta los órganos que se encargan de protegernos de los ataques del exterior. No sólo eso: el timo produce tres sustancias, con características de hormonas, que controlan y regulan en trabajo de los linfocitos T.
El timo se desarrolla normalmente hasta la adolescencia, y a partir de ahí empieza a encogerse, a atrofiarse, aunque en realidad sigue funcionando toda la vida.
Terminado “el master” estas células entrenadas en el timo pasan a ser linfocitos T, que entran al torrente sanguíneo y viajan hasta los ganglios linfáticos, el bazo, las amígdalas y las placas de Peyer; es decir, hasta los órganos que se encargan de protegernos de los ataques del exterior. No sólo eso: el timo produce tres sustancias, con características de hormonas, que controlan y regulan en trabajo de los linfocitos T.
El timo se desarrolla normalmente hasta la adolescencia, y a partir de ahí empieza a encogerse, a atrofiarse, aunque en realidad sigue funcionando toda la vida.
Pero hay más, mucho más. El timo es muy sensible a los estados de ánimo y su vitalidad se ve afectada (positiva o negativamente) por el estrés, por la ira, por el amor, por el odio. Se activa con la alegría y se aletarga con la tristeza.
Es todo un mensaje de nuestro organismo que nos pide que mantengamos actitudes relajantes, positivas, gratificantes, comprensivas, de aceptación, empáticas.
El timo está ahí para protegernos de las invasiones de microbios y toxinas poniendo en marcha un ejército de células de defensa, pero también es sensible a luces, colores, olores, sabores, gestos, presiones, vibraciones, sonidos, palabras y actitudes.
Cuando tenemos pensamientos negativos hacemos reaccionar al timo pero, como realmente no se está produciendo ninguna invasión bacteriana, lo único que conseguimos es hacerle trabajar en balde y debilitarlo; sin embargo, los pensamientos positivos lo fortalecen porque se activa pero no pone en marcha sus funciones defensivas.
La Timo es la Casa del Ser Superior. Al momento del nacimiento y me refiero al momento de respirar por primera vez el prana o aliento de vida (oxigeno), se activan nuestros cuerpos (físico, mental, emocional, aurico, cristico, espiritual y causal). El Espíritu (cuerpo espiritual) baja y se ancla en el corazón, justo en la glándula Timo. Esa es su residencia, al menos durante la etapa de inocencia que es cuando vivimos desde el corazón.
Llegando la adolescencia se empieza a bloquear el acceso del espíritu a nuestro corazón debido a los bloqueos de la mente y de adultos, pues ya no baja definitivamente, porque vivimos desde la mente y no desde el corazón. Es por eso que existen tantas religiones y filosofías en el mundo, para elevar "aumentar" nuestra espiritualidad, pero aun así, seguimos viviendo desde nuestra mente.
El corazón es una puerta dimensional. La entrada de energía cósmica por medio de nuestros chakras y al pasar al corazón, se genera una energía tipo toroidal que produce elevación de las frecuencias energéticas de nuestro Ser y nuestro alrededor. Cada ser humano con su firma galáctica impresa en su ADN, es una puerta inter-dimensional.
Ejercitando el timo podemos mantener activo el sistema inmunitario y alejar el peligro de las infecciones. Ademas seguimos extendiendo nuestra vida y misión como instrumentos del Creador para elevar (o si vibras denso, pues sería reducir) las frecuencias energéticas del planeta y esta humanidad.
Hay un ejercicio muy antiguo que activa el timo con eficacia y que sólo lleva unos segundos: primero separas los pies de manera que queden a la misma distancia que hay entre los hombros, doblas ligeramente las rodillas apoyando el peso sobre los dedos de los pies y, cuando ya estás en posición, cierras la mano (la que quieras) y te golpeas con los nudillos en el pecho, justo sobre el timo, con un toque fuerte seguido de dos más débiles. Con unas 20 series es suficiente. Esta estimulación vitaliza la glándula, nos protege de las infecciones y estimula otros órganos anexos como el corazón, además de los bronquios y la garganta.
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